lunes, 14 de abril de 2008

IMPERIO COLONIAL BRITÁNICO

MODALIDADES DE LA COLONIZACIÓN

Tres fases pueden distinguirse en la formación de una colonia: conquista, organización y explotación económica. La conquista no resulta difícil para países dotados de notables adelantos militares, que penetran en territorios de pueblos sin armamento moderno ni organización. Al lado de las tropas europeas, y de tropas especiales (Legión Extranjera>, se utilizan cuerpos armados indígenas. El barco de vapor permite llevar tropas con relativa celeridad a cualquier punto del globo y remontar los ríos hasta el interior de los continentes Kitchener remonta el Nilo, Stanley desciende por el Congo; los progresos en la navegación fueron un instrumento valioso para el descubrimiento y la ocupación.Algunas potencias tienen fuerza suficiente para afrontar la tarea de ocupación militar en todas las partes del mundo; ingleses, franceses y alemanes configuran un Imperio pluricontinental. Otras potencias se limitan a acantonarse en un sector geográfico determinado: los portugueses y belgas en África ecuatorial, los italianos en Africa oriental, los rusos y japoneses en Extremo Oriente. La organización de la colonia ocupada plantea diver problemas administrativos. No pueden tomarse todas las decisiones desde las metrópolis, por lo que se acumulan resortes y poderes en los gobernadores, verdaderos procónsules. En algunos casos se resucita el sistema mercantilista de compañías privilegiadas: una sociedad privada se encarga de organizar la colonia y explotar sus recursos. Pero más frecuente es la implantación de la administración estatal con modalidades varias, como la asociación, que mantiene los cuadros administrativos indígenas —así se hizo en África negra—, y el protectorado, estatuto que en teoría respeta a las autoridades locales, cuya gestión se reduce a la política interior, mientras las autoridades coloniales se hacen cargo de la política exterior y el ejército.Aunque el protectorado supone el respeto de la integridad del territorio ocupado, la diferencia entre colonia y protectorado en la realidad no difirió apenas; los franceses en Indochina establecieron una colonia, la Cochinchina, y dos protectorados, Vietnnam y Camboya, sin que el estatuto de los indígenas fuera esencialmente diferente entre los habitantes de los tres territorios. En las colonias de población blanca se intentan formas nuevas de organización, como los dominios ingleses o la asimilación a departamentos por los franceses.
La explotación es la primera preocupación de los colonizadores. Se produce siempre una asimilación aduanera, los productos entre la colonia y la metrópoli circulan libres de aranceles mientras tarifas proteccionistas mantienen alejados productos de otras naciones. Pero el “pacto colonial” no es una relación comercial entre iguales en un ámbito de preferencias mutuas. La colonia se encuentra en una situación de inferioridad. La extracción de productos es particularmente intensa cuando se organiza por medio de compañías privadas, como la Unión Minera del Alto Katanga en el Congo. La primera oleada colonizadora, que se inicia hacia 1876, tiene sus figuras en el inglés Disraeli, el francés Ferry y el rey belga Leopoldo II. Las primeras fricciones territoriales hacen ver la necesidad de una regulación internacional de la expansión colonial. La conferencia de Berlín de 1885 decide que sólo la ocupación efectiva y no únicamente la instalación en la costa, otorga derecho a la posesión de un territorio; esta decisión acelera la carrera colonizadora con la entrada de Alemania, Italia y países no europeos. En 1914 el 60% de las tierras emergidas y el 65% de la población mundial, la casi totalidad de África, Oceanía, Asia del Sur y Sudeste y Siberia, dependen de Europa.

En rojo: dominios británicos en la segunda mitad del siglo XIX


LAS BASES DEL IMPERIO BRITÁNICO

Inglaterra se anticipa a las restantes potencias en la toma de posiciones; después de la desaparición del primer Imperio colonial francés y de la emancipación de la América española permanece como el único imperio colonial europeo. Hacia 1850, dispone:
a) De una cadena de escalas, conquistadas en su mayoría a franceses, holandeses y españoles durante los siglos XVIII y XIX: Malta, Corfú y las islas Jónicas en el Mediterráneo; Gibraltar, Santa Elena, El Cabo, isla Mauricio, Adén, Ceilán, en la ruta de las Indias; Singapur y Hong Kong en la ruta de China.
b) Establecimientos comerciales en la costa africana:
Sierra Leona y Gambia, que en el siglo XVIII habían sido centros de la trata de esclavos, ahora abolida.
c) Colonias de plantación, que suministran productos tropicales: Antillas, Honduras, Guayana.
d) Colonias de poblamiento blanco, destinadas por sus condiciones climáticas, a absorber excedentes de población emigrante: Canadá, Australia, Nueva Zelanda, África del Sur, zona esta última inestable, de continuos conflictos con los boers.
e)Una colonia de explotación típica, la India, administrada desde 1777 por la Compañía de las Indias Orientales, y que juega un papel creciente en la economía británica, especialmente como proveedora de algodón. Inglaterra se afana en controlar sus accesos, por esta razón ordena Disraeli en 1875 la compra de 176.000 acciones del canal de Suez, y en aislarla de otras colonias europeas con Estados tapones, como los protectorados de Cachemira, Beluchistán y Afganistán. La India es, por tanto, el eje del Imperio.
La crisis económica de 1882, en la cual confluyen años de malas cosechas y la competencia de los productos baratos que sitúan en los mercados Estados Unidos y Alemania, obliga a muchos ingleses a buscar fortuna lejos de la metrópoli. De 200.000 a 300.000 ingleses salen todos los años, primero hacia Estados Unidos, más tarde preferentemente hacia las colonias, aunque no desaparezca la emigración hacia Norteamérica. Disraeli habla con entusiasmo del Imperio; Gladstone titubea, pero se ve obligado en muchos puntos a continuar la política de los conservadores, quienes desde 1886 dan nuevo impulso, con Salisbury y Chamberlain, a la expansión imperial. Lord Curzon exclama: “El Imperio Británico es, después de la Providencia, el bien más grande que ha habido en el mundo.”
Cartel propagandístico del imperio 1876

A principios del siglo XX, Inglaterra dispone de un Imperio de 33 millones de km2 con 450 millones de habitantes , aproximadamente la cuarta parte de la población mundial. Los problemas de tan vastos territorios llegan a ser un peso para sus finanzas y debilitan su posición in­ternacional en Europa. Es el momento de poner fin a la expansión y de frenar a Alemania, para lo cual rompe su tradicional aislamiento y se aproxima diplomáticamente a Francia y Rusia. En todas partes ha podido construir la infraestructura ferroviaria y de puertos, o efectuar traba­jos de irrigación en la India y Egipto, puesto que capita­les no faltan en la isla. Las colonias de plantación han al­canzado su rendimiento máximo: algodón en la India y Egipto, yute en la India, té en Ceilán, hevea en Malasia. Los territorios de población blanca, débilmente poblados, le envían excedentes de carne, trigo y lana. Las minas de Africa del Sur, Australia y otros países ponen a su dispo­sición oro y diamantes, estaño, cobre.

DOMINIOS Y COLONIAS
En este Imperio, base de la potencia económica inglesa, pueden distinguirse dos tipos de territorios: los “dominios” y las “colonias de explotación”.
Los dominios eran zonas de poblamiento, es decir, las preferidas para instalarse de modo definitivo los emigrados de Inglaterra. Disfrutaban de amplia autonomía y tenían instituciones de gobierno semejantes a las inglesas: Parlamento, partidos políticos.
Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudatricana, pertenecen a este grupo. En Canadá se trataba de retener a los inmigrantes que se proponían pasar a Estados Unidos; para ello se distribuyeron tierras gratuitas o a bajo precio. La pradera canadiense se convirtió en uno de los graneros del mundo. En Australia se procuró evitar la inmigración amarilla; en sus inmensos espacios desiertos empezaron a aparecer granjas; el descubrimiento de minas de oro, las posibilidades de explotación de los rebaños de ovejas y de dar otra vez popularidad en Inglaterra a los tejidos de lana, atrajeron a hombres de la metrópoli. Eran casi totalmente libres en política interior; sólo un gobernador general representaba al rey de Inglaterra. La política exterior estaba controlada por la metrópoli, pero ésta trataba de armonizar los intereses de estos territorios con los propios, por medio de las Conferencias Imperiales, que reunían al primer ministro inglés y a los de los distintos “dominios”. La estructura del Imperio era, prácticamente, federal.
En la historia del Imperio Británico Africa del Sur supone un capítulo complicado. Los descubrimientos mineros de diamantes y oro atraen a los ingleses desde sus posiciones costeras en El Cabo y Natal hacia el interior, donde viven negros en las zonas más pobres, y blancos boers, descendientes de holandeses, en Orange y Transvaal; los boers son agricultores puritanos, hostiles al capitalismo industrial. Los ingleses les bloquean al anexionarse Basutolandia y Swazilandia alrededor de 1880
Disraeli proclama la incorporación de los Estados boers, pero una revuelta obliga a los británicos a abandonarlos. El cerco lo completa Cecil Rhodes, que soñaba con una África británica “desde el Cabo al Cairo’, al conquistar Bechuanalandia y Rodesia. La guerra de los boers dura tres años (1899-1902). Con la paz de Pretoria pierden su independencia pero conservan su lengua y obtienen promesas de cierta autonomía.
Las colonias de explotación, la India, Africa (excepto la Unión Sudafricana), suministran materias primas y carecen de la autonomía política de los dominios. La India, con sus casi cinco millones de km2 y sus 300 millones de habitantes, es la más importante. Desde mediados de siglo se sustituye la administración de la Compañía de las Indias por la directa de la metrópoli. Suministra a Gran Bretaña algodón, yute, trigo, aceites, té y algunos minerales, pero las hambres y la ruina del artesanado indígena provocan un movimiento nacionalista, del que es exponente la revuelta de los cipayos en 1859, que tardó dos años en ser dominada, en el Sur de la India. En 1877 la reina Victoria es proclamada emperatriz de las Indias. En 1885 nace un partido político nacionalista, el Congreso Nacional Indio, que solícita la conversión en dominio, tomando como modelo a Canadá. Inglaterra se resistió a aflojar el control de un territorio cuya economía suponía tanto para su industria, pero concedió a jefes indígenas la administración local contribuyendo a la prosperidad comercial de ciudades, como Bombay y Calcuta.




Reina Victoria I de Inglaterra.
Padre: Eduardo, duque de Kent
Madre: Victoria de Sajonia-Coburgo-Saalfeld

Reinado: 1 de enero de 1837 - 22 de enero de 1901



Reina Victoria en 1887

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